El 2 de enero falleció el sacerdote Matías Salazar, gran impulsor y presidente fundador de ProyectoHombre La Rioja. Matías dedicó una parte muy importante de su vida a las personas con problemas de adicciones y a esta entidad.

David García, director de Proyecto Hombre La Rioja, le ha dedicado esta carta de despedida para la que ha contado con la colaboración de varios voluntarios.

 


 

No he tenido la suerte que habéis tenido muchos de vosotros de haber estado a su lado estos años. Sin embargo, sí sé lo que me he perdido porque cada uno de vosotros me lo ha contado desde el primer día que puse mi corazón en Proyecto Hombre. Desde el principio, he tenido la suerte de estar rodeado de personas increíbles, generosas y maravillosas que adquirieron una gran parte de sus valores de una persona: Matías Salazar.

Si ahora solo me dedicará a ensalzar la vida de Matías o su compromiso con Proyecto Hombre, este hombre (y lo sabéis) sería capaz de levantarse y no dejarme continuar. Pero la verdad es que una vez más le tengo que dar la razón a Matías. La historia de Proyecto Hombre no es solo la historia de una gran persona, como él lo era, sino que, además, es la historia de miles de grandes hombres y mujeres que se vieron atrapados en las redes de las adicciones. Todos ellos, con un tremendo coraje, con la ayuda de un equipo capaz de acercarse con una enorme humanidad y una gran profesionalidad y con el apoyo incondicional de sus familias, fueron capaces de coger las riendas de sus vidas y recuperar esa dignidad de la que tantas veces nos hablaba Matías.

Todos habéis oído hablar de la “Misión, visión y valores” de cualquier entidad. Pues si alguien quiere saber cuáles son los valores de Proyecto Hombre solo tiene que hacer una cosa: mirar cómo vivía Matías. Compromiso, solidaridad, confianza en la persona, empatía, honestidad, integridad, respeto y profesionalidad. Si todo esto nos parece poco, a Matías hay que sumarle ese amor que surge de una especial relación con Dios, en quien confiaba.

Sois muchas las personas que queríais a Matías y que me habéis contado y escrito cosas preciosas de este gran hombre, o como todos decís, una gran persona con una tremenda humanidad. Con un principio vital, el servicio, especialmente a los más vulnerables como son las personas con adicciones, ayudándoles a recuperar la dignidad y tratando de que cada uno de ellos le diese sentido a su vida.

Matías no iba de “maestro”, sino que trataba de ayudar a la gente a aprender; es más, aprendíamos juntos y enseñábamos juntos. Quizás este es el sentido de la palabra autoayuda, vital en todos los programas de Proyecto Hombre.

Todo esto lo conseguía con su forma de comunicarse clara y tierna, con cercanía, pero también con firmeza, dándole a veces ese toque de humor capaz de moverte hacia un cariño especial e incondicional hacia él.

Su gran sueño para sus chavales, como los llamaba, y para sus familias era que todos ellos pudieran volver a vivir una vida digna, con esperanza y responsabilidad. Y como siempre repetía: “Juntos se puede salir de las drogas y ahora ya no estáis solos”.

No tendríamos tiempo para leer todas las palabras que entre ayer y hoy vamos recibiendo de personas que querían profundamente a Matías. Seleccionar es difícil, pero transcribo a continuación un texto escrito por una de las personas que han estado a su lado durante muchos años

 

“A Matías.

Si algo me enseñaste tras haber pasado ratos contigo fue dignidad. A veces excesiva, ¡sí!; a veces rígida, ¡sí!

Creo que te sentí como una persona entregada, pero real, de verdad. Cuando percibo lo auténtico solo puedo admirarlo, y eso me pasó contigo.

Sorprendido por el amor de los tuyos. Agradecido por la cantidad de personas que querían estar contigo. Sin darte cuenta de que tú eras muchas veces el que se alejaba. “He sido muy tímido», decías.

Bueno… Gracias, Matías. Mi vida no hubiera sido la misma sin ti.

Guarda sitio por ahí, por donde hay esperanza, como nos dijiste la semana pasada.

Te quiero”.

 

Para acabar, solo puedo decirte Matías, que has sido ese discípulo fiel. Que gracias a ti y sin contarlo expresamente, muchos han podido conocer a ese Dios, Padre, que nos hace hermanos. Hermanos de esos que se quieren, se preocupan, se arremangan, se embarran, lloran, ríen, estudian, escriben, abrazan, acompañan, escuchan, comprenden o, simplemente, aman.

Gracias, Matías, porque no hay nadie más grande que aquel que da la vida por sus amigos.